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sábado, 26 de enero de 2013

"El Hobbit" no es "el Señor de los Anillos"

 
J.R.R. Tolkien vuelve a la palestra de la mano de Peter Jackson, director que ya adaptara tiempo atrás, las magníficas entregas de "El Señor de los Anillos". Esta vez es "El Hobbit", donde se narran las aventuras de Bilbo Bolsón, anteriores a las aventuras de la Comunidad del Anillo.
Vaya de antemano que no pretendo realizar un exhaustivo análisis cinematográfico, ni una observación literaria del libro, si no un escueto comentario en donde mostraré las ideas derivadas del visionado de la película.

1. Peter Jackson, valiente o necio.
 Valiente, porque adaptar y aumentar un libro de estas características no resulta una tarea fácil, a pesar de contar con notables medios y presupuesto, máxime cuando los antecedentes han dejado un listón difícil de superar.
Necio, si no aprovecha su trabajo anterior como plataforma de lanzamiento y perfeccionamiento de sus adaptaciones venideras.

2. Los buenos son buenos, y los malos son malos.
 ¿Extraño, verdad? Es manifiesta la distinción entre Bien y Mal, así como la perversión, mejora o redención de la naturaleza humana por las buenas y malas acciones. La soberbia, la avaricia, la ira...aparecen bien caracterizadas en algunos personajes, que muestran su lado más sombrío. Asimismo, la bondad, la generosidad, la valentía, la lealtad, la fe...se retratan con claridad a lo largo del metraje.

3. No es "El Señor de los Anillos".
 Gracias a Dios, las películas adaptadas no son como los libros. Es obvio que son géneros diferentes, y su función es contrastar y dar imagen al texto, pero cada cosa en su sitio. Además, no tiene nada que ver con la trilogía en cuestión de acción y desarrollo, simplemente porque no es lo mismo. Repito, no es lo mismo. El comentario más escuchado al salir del cine era "...pues me gustaron más las del Señor de los Anillos". Ése es el problema, que se vaya a verla con la idea equivocada. "La Comunidad del Anillo" es maravillosa, "Las Dos Torres" excepcional, y "El Retorno del Rey", descomunal. Esto deja en una clasificación aparte al "Hobbit".  ¿La recomiendo? Sí.

sábado, 19 de enero de 2013

No el mucho saber harta y satisface...

Decía San Ignacio de Loyola, insigne militar antes de fundar la Compañía de Jesús, y extraordinario asceta de la Fe tras su conversión, que "no el mucho saber harta y satisface, sino el sentir y gustar de las cosas internamente". Mucha enjundia para tan pocas palabras.

En la sociedad de la información en la que residimos, supone una consigna harto difícil de llevar a cabo. Como en la anterior entrada exponía, internet constituye una fuente inagotable de información, un maremoto de contenidos imposibles de asimilar.

Así, el director de cine japonés, Sugimoto Kousuke, en su infatigable búsqueda de una reflexión espiritual sobre el vacío y la angustia que sufre el ser humano, afirma "Demasiada información nos conduce a la nada". 

Sentir y gustar de las cosas internamente. ¿Hay espacio en uno mismo para la reflexión cuidada y silenciosa del acontecer diario? El mundo, tal como está concebido hoy en día, se asemeja a un tren de alta velocidad, en el que no hay lugar para la pausa, no existen estaciones, y no se repara en el paisaje. El único objetivo es lo siguiente, lo próximo, lo venidero, que una vez alcanzado, forma parte de un pasado al que no podremos volver por falta de tiempo.

En un diario gratuito de la ciudad de Barcelona, se realizó una encuesta en la que se preguntaba a los transeúntes si, al realizar su trayecto caminando por el famoso Paseo de Gracia, se habían parado alguna vez a contemplar los maravillosos edificios que jalonaban la vía. No recuerdo con exactitud el resultado, pero aproximadamente un 80% de los encuestados, afirmaban que jamás lo habían hecho. Hemos perdido la capacidad de asombro, de sorpresa. Todo está planificado y salirse del guión constituye un crimen. 

Nueva York, noviembre de 2012; mientras espero en la puerta del hotel, en Lexington con la 48, con un café y un cigarro mañanero, se me ocurre observar detenidamente la gente que va pasando. Durante seis minutos, alrededor de doscientas personas, a una velocidad media de 6 kilómetros por hora andando,  sorteando la nieve, los coches y los semáforos, cargados con sus maletines y portátiles, y blandiendo enérgicamente sus teléfonos de última generación, con sus cafés de medio litro, que apuran mientras caminan.

Éste sería el retrato de nuestra civilización. Una civilización incivilizada, incapaz de asimilar, de escuchar, de atender, de disfrutar de las pequeñas cosas, de aprovechar el tiempo y no quemarlo, de leer tranquilamente, de sentarse en un banco de un museo a contemplar una obra de arte, de encontrarse consigo mismo porque no sabemos quiénes somos...

¡Benditas humanidades que aglutinan en sus filas a Sócrates, San Agustín, Velázquez, Miguel Ángel,  David Teniers, Vivaldi, Mozart...! Ellos si que aprovecharon el tiempo legándonos el suyo. ¡Vamos a sacarle jugo!





domingo, 13 de enero de 2013

El espíritu de Sancho Panza

    En esta nueva aventura, en la que poco a poco, me voy adentrando, inauguro un espacio en la red que lleva por título "El espíritu de Sancho Panza", título que no me pertenece por ser el nombre de un libro de Don Amando de Miguel, del que en posteriores entradas haremos un pequeño comentario.

    ¿Para qué este blog? ¿Por qué este título? ¿Cuál es su finalidad? ¿Es necesario? Actualmente, según datos que podemos encontrar en blogpocket.com, son aproximadamente 152 millones de blogs los que, a finales de 2010, se encontraban abiertos, que no es sinónimo de activos. Cada día se abren un total aproximado de 150.000, uno de cada trece humanos está en Facebook, se escriben más de 120 millones de tuits al día...

    Leyendo estas cifras cualquiera pensará que estamos en la sociedad de la información, del avance y del progreso...Pero está claro que objetivamente no es así. Abrir un blog no significa ser leído, ni tampoco escribir bien, ni tener criterio, etc.. Abrir un blog sólo supone una cifra más, y un resultado que se mide por el número de lectores o seguidores.

    Es por esta razón por la que, por gusto y en parte por obligación me sumo a esta vorágine digital, con la intención manifiesta de resultar útil, de ser un islote en medio del mar de la información y de buscar la verdad en todas las intervenciones.

   El título viene acorde con la situación actual de España, convertida en un país de pandereta y encantadores de serpientes, en un país donde Sancho Panza supondría el mejor de los gobernantes. Un país que necesitaría del sentido común del escudero para salir adelante, para aspirar al romanticismo del caballero al que acompaña, para tomar ejemplo de su actitud en nadar contracorriente. El espíritu de Sancho Panza.

   Lo que encontrarás aquí serán reseñas breves, comentarios legibles, líneas útiles en donde desgranar películas y libros, a veces enteros, a veces fragmentados, bien en escenas, bien en capítulos. Todo ello relacionado con el ámbito de las Humanidades, esto es; de la Historia, la Filosofía, la Geografía, la Literatura...

¿Te parece interesante? Juzga tú que me estás leyendo si consigo mis objetivos, aunque todavía es pronto. Sancho Panza vuelve a la carga.