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lunes, 11 de marzo de 2013

Vivieron conforme a lo que enseñaron

"Y vengo bien en que, entre los que antiguamente hicieron profesión de sabios, muchos no solamente dieron buenos preceptos, sino que vivieron conforme a lo que enseñaron; mas en nuestros días, bajo la capa de este nombre de sabios, se encubrieron vicios muy enormes en la mayor parte de los profesores; porque no procuraban ser tenidos por filósofos por la virtud y letras, sino que con el velo de un semblante tétrico y vestido diferente de los demás, encubrían sus costumbres muy estragadas".

Palabras de Quintiliano, de las que nos separan más de dos mil años, aunque en los tiempos que corren, son de rabiosa e incipiente actualidad. Fue conocido el de Calahorra, como maestro de maestros, tanto por su pedagogía como por la forma de transmitirla, virtud ésta última, necesaria para constituír un excelente vehículo comunicativo.

Con estos antecedentes, tenemos dos opciones; una, la fácil, desestimar esta lectura, porque cierta y tristemente no sea de nuestro interés por la razón que se quiera, y dos, la de reflexionar acerca de las precisas palabras del maestro de la retórica, muy útiles y certeras en un tiempo en que el predominio de las malas noticias por las malas actuaciones tapa las buenas derivadas de las mismas. Urdangarines, Bárcenos, Mases, Rajoyes, Merkeles y demás gratos compañeros de viaje, ha habido siempre, con "nomen" y "praenomen" distinto, pero adornando cada época de mil y una maneras diferentes.

Viene a decirnos Quintiliano que los antiguos sabios, además de dar buenos preceptos, vivieron conforme a lo que enseñaron. Vivieron conforme a lo que enseñaron. Vivieron conforme a lo que enseñaron. Sí, no es un error de transcripción, lo he repetido tres veces expresamente, dada la importancia del contenido.

Seguramente, el comentario esperado, después de esta introducción es la crítica justa y justiciera a los que Quintiliano ataca, con razón, después. Pero no, la buena noticia del día, digna de mención y destacable, es que "entre los que antiguamente hicieron profesión de sabios, muchos no solamente dieron buenos preceptos, sino que vivieron conforme a lo que enseñaron". Como Bernd Schuster decía, no hace falta que "dises" nada más.



lunes, 4 de marzo de 2013

El Primer Caballero o la bondad del Rey Arturo de Camelot

"Que Dios nos conceda sabiduría para distinguir lo justo, voluntad para elegirlo y fuerza para hacerlo cumplir. Amén" Con estas palabras, Arturo de Camelot da comienzo a la asamblea de Caballeros de la Mesa Redonda, una mesa sin cabeza ni cola, donde todos los caballeros se tratan "de hermano a hermano, tuyo en vida y muerte".

Nos encontramos ante una adaptación cinematográfica de la leyenda artúrica, en la que Lanzarote del Lago, no se comporta como un caballero si no como un villano, cuando, por todos los medios a su alcance, trata de conseguir el corazón de la bella Ginebra, comprometida con el rey Arturo. A pesar de narrar el ataque sentimental despiadado del luego caballero a la futura reina, quedan demostradas la caballerosidad y buen juicio del monarca, las luchas interiores de Ginebra por sobreponerse, y la voluntad de Camelot de convertirse en luz y orientación de los pueblos vecinos por su buen hacer.

Tres puntos, en la línea de las entradas anteriores, que destaco de la historia ambientada en la época medieval.

1. La razón por encima del sentimiento 
Aunque mientras uno ve la película, tiende a ponerse de parte de lo que sería la pareja de moda, está claro que debe gobernar la razón por encima del sentimiento. El sentimiento constituye algo efímero, y es la razón la que aporta sentido común a todo aquello que hacemos. Muchos matrimonios, que como Arturo y Ginebra, son puestos a prueba por galanes o damas, que sólo aparecen en los buenos momentos, acaban fracasando. 

A pesar de ser un matrimonio concertado, Arturo con una dulzura extrema le pregunta a Ginebra si de veras quiere ser su esposa, y que nada malo ha de sucederle si no acepta; que se case con el Rey, pero que ame al hombre. Ésta le contesta que sólo conoce una forma de amar: en cuerpo, alma y corazón.



2. El Rey Arturo, modelo de gobernante
Un gobernante preocupado por su pueblo "Sirviendo a los demás nos hacemos libres". Amoroso y servicial, estricto y generoso, pacífico y bondadoso, justo y honrado como cabría esperar de todo gobernante. A pesar de que la historia no confirma su existencia de forma contrastada, fue elevado al modelo del Rey con mayúsculas, y Sean Connery plasma esa idea en todo momento. 

Su alto concepto del amor, del amor verdadero que él ostenta, y no Lanzarote, que se convierte en un galán de pacotilla encarnado por Richard Gere, hace que le dirija estas palabras. "El hombre que no le teme a nada es un hombre que no ama nada, y sin amar nada ¿qué dicha hay en la vida?"


3. No hay nada relativo
- ¿Y dónde está escrito que los que viven fuera de Camelot son gente inferior, gente demasiado débil para defenderse y hay que dejarles morir?
- Otros pueblos viven con otras leyes, Arturo. ¿O es acaso la ley de Camelot la que rige el mundo entero?
- Hay leyes que esclavizan a los hombres, y leyes que los liberan. O nos preocupamos de que la justicia, bondad y lealtad sean justicia, bondad, y lealtad para todos los pueblos de Dios Nuestro Señor, o seremos otra más de esas tribus saqueadoras.
- Vuestras hermosas palabras os apartan de la paz y os conducen a la guerra
- Hay una paz que sólo está al otro lado de la guerra. Si ha de llegar esa guerra, yo lucharé.

Meleagante quiere hacerse con el poder a través de la violencia, rechazando el poder "tirano" de Arturo, su autoridad, su "Dios tirano", pero Arturo, encendido de santa ira, le advierte de su error y de las consecuencias: no hay paz sin guerra, no hay término medio cuando está en juego la Verdad.

"No temáis, las cosas cambian. Yo soy Arturo de Camelot, y ahora, ¡os ordeno a todos que luchéis! ¡Luchad como nunca habéis luchado! ¡Luchad! ¡Por Camelot!".

Es cierto que podemos acogernos a la idealización de los personajes o de la historia, pero a través de una adaptación literaria, encontramos muchos ejemplos válidos de lo que hay que hacer...y de lo que no.