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lunes, 4 de marzo de 2013

El Primer Caballero o la bondad del Rey Arturo de Camelot

"Que Dios nos conceda sabiduría para distinguir lo justo, voluntad para elegirlo y fuerza para hacerlo cumplir. Amén" Con estas palabras, Arturo de Camelot da comienzo a la asamblea de Caballeros de la Mesa Redonda, una mesa sin cabeza ni cola, donde todos los caballeros se tratan "de hermano a hermano, tuyo en vida y muerte".

Nos encontramos ante una adaptación cinematográfica de la leyenda artúrica, en la que Lanzarote del Lago, no se comporta como un caballero si no como un villano, cuando, por todos los medios a su alcance, trata de conseguir el corazón de la bella Ginebra, comprometida con el rey Arturo. A pesar de narrar el ataque sentimental despiadado del luego caballero a la futura reina, quedan demostradas la caballerosidad y buen juicio del monarca, las luchas interiores de Ginebra por sobreponerse, y la voluntad de Camelot de convertirse en luz y orientación de los pueblos vecinos por su buen hacer.

Tres puntos, en la línea de las entradas anteriores, que destaco de la historia ambientada en la época medieval.

1. La razón por encima del sentimiento 
Aunque mientras uno ve la película, tiende a ponerse de parte de lo que sería la pareja de moda, está claro que debe gobernar la razón por encima del sentimiento. El sentimiento constituye algo efímero, y es la razón la que aporta sentido común a todo aquello que hacemos. Muchos matrimonios, que como Arturo y Ginebra, son puestos a prueba por galanes o damas, que sólo aparecen en los buenos momentos, acaban fracasando. 

A pesar de ser un matrimonio concertado, Arturo con una dulzura extrema le pregunta a Ginebra si de veras quiere ser su esposa, y que nada malo ha de sucederle si no acepta; que se case con el Rey, pero que ame al hombre. Ésta le contesta que sólo conoce una forma de amar: en cuerpo, alma y corazón.



2. El Rey Arturo, modelo de gobernante
Un gobernante preocupado por su pueblo "Sirviendo a los demás nos hacemos libres". Amoroso y servicial, estricto y generoso, pacífico y bondadoso, justo y honrado como cabría esperar de todo gobernante. A pesar de que la historia no confirma su existencia de forma contrastada, fue elevado al modelo del Rey con mayúsculas, y Sean Connery plasma esa idea en todo momento. 

Su alto concepto del amor, del amor verdadero que él ostenta, y no Lanzarote, que se convierte en un galán de pacotilla encarnado por Richard Gere, hace que le dirija estas palabras. "El hombre que no le teme a nada es un hombre que no ama nada, y sin amar nada ¿qué dicha hay en la vida?"


3. No hay nada relativo
- ¿Y dónde está escrito que los que viven fuera de Camelot son gente inferior, gente demasiado débil para defenderse y hay que dejarles morir?
- Otros pueblos viven con otras leyes, Arturo. ¿O es acaso la ley de Camelot la que rige el mundo entero?
- Hay leyes que esclavizan a los hombres, y leyes que los liberan. O nos preocupamos de que la justicia, bondad y lealtad sean justicia, bondad, y lealtad para todos los pueblos de Dios Nuestro Señor, o seremos otra más de esas tribus saqueadoras.
- Vuestras hermosas palabras os apartan de la paz y os conducen a la guerra
- Hay una paz que sólo está al otro lado de la guerra. Si ha de llegar esa guerra, yo lucharé.

Meleagante quiere hacerse con el poder a través de la violencia, rechazando el poder "tirano" de Arturo, su autoridad, su "Dios tirano", pero Arturo, encendido de santa ira, le advierte de su error y de las consecuencias: no hay paz sin guerra, no hay término medio cuando está en juego la Verdad.

"No temáis, las cosas cambian. Yo soy Arturo de Camelot, y ahora, ¡os ordeno a todos que luchéis! ¡Luchad como nunca habéis luchado! ¡Luchad! ¡Por Camelot!".

Es cierto que podemos acogernos a la idealización de los personajes o de la historia, pero a través de una adaptación literaria, encontramos muchos ejemplos válidos de lo que hay que hacer...y de lo que no.


lunes, 25 de febrero de 2013

Sócrates y la Verdad

La definición de "verdad", según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, corresponde a "conformidad de las cosas con el concepto de que de ellas se forma la mente" o "conformidad con lo que se dice o piensa".  Igualmente, Jesús de Nazaret, en el Evangelio según San Juan, afirma tajantemente "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida".

Es curioso, que en una civilización en donde no se produce todavía la Revelación Divina, que se cuentan sus años como "antes de Cristo", casi quinientos antes de ese nacimiento que iba a sacudir los cimientos de lo entonces establecido, los pensadores griegos se dedicaran a la búsqueda del origen de las cosas, y concretamente Sócrates, a la búsqueda incansable de la Verdad.

Fue Sócrates un filósofo de ejemplar vida por lo que se le conoce, y de ejemplar muerte también. Coherente en su vida, y coherente en su muerte, algo de lo que no muchas personas pueden hacer gala. Sin haber escrito nada sobre sus indagaciones y pensamiento, su discípulo Platón, y el discípulo de éste, Aristóteles, transmitieron a las generaciones venideras, la riqueza de su enseñanza.

Dos frases, que se utilizan mucho, pero que si se piensan de verdad transforman, nos han llegado del maestro de la coherencia: "Sólo sé que no sé nada" y "Conócete a ti mismo". Cuando Querefonte vuelve de consultar al Oráculo de Delfos, transmite sus palabras: Sócrates es el hombre más sabio de la ciudad de Atenas.

Un hombre que por buscar la Verdad, encontró la muerte, inducida por aquellos que ya no buscaban lo verdadero sino la manipulación y lo efectista. Los primeros relativistas, la primera Ilustración, los sofistas, que viéndose atacados por la insistencia del filósofo, lo acusaron de corruptor de la juventud, de crear nuevas deidades. Un hombre adelantado a su tiempo, un hombre que no cejó en su empeño, y que, ante la posibilidad de evitar su condena escapando, afronta la muerte con calma y serenidad asombrosa.

La muerte de Sócrates - David


¿Cuántos de nosotros buscamos de verdad la Verdad? ¿Cuántos Sócrates logran vivir con coherencia?

Hubiera sido curioso un encuentro de Jesús de Nazaret con Sócrates.





domingo, 17 de febrero de 2013

Master and Commander: pericia marinera

Pericia marinera es la que atribuyen a Jack Aubrey, capitán de la "Surprise" británica y protagonista de este largometraje y pericia marinera es lo que contemplamos en las dos horas de navegación casi real en las que se suceden aventuras y desventuras en este barco de la Marina inglesa. 

Para profundizar en este "cebo a la lectura", puesto que sólo constituye una muestra de la extensa colección escrita por Jack O'Brian, el director australiano Peter Weir, nos adentra magistralmente en la serie de novelas conocida como Aubrey - Maturin.

Para no estropear la trama de la película, veremos tres puntos destacados de la acción y argumento que se desarrolla en ella.

1. Degustación cinematográfica
Es altamente recomendable, ya que no se puede disfrutar de ella en el cine, que se vea en una gran pantalla, con un gran equipo de sonido y sin palomitas. Asimismo, la atención a los detalles que van surgiendo es muy necesaria, para hacer un visionado en las mejores condiciones. 

La naturaleza y sus fuerzas se dan cita en este periplo marítimo, acompañados de una excelente y clásica banda sonora, que embellece cada escena, cada diálogo, cada situación. 

2. Bienvenido a bordo
En el momento que empieza la película, sin que te des cuenta, has subido en el barco, y como testigo mudo, participas de todas las acciones que en él se suceden. Eres un miembro más de la tripulación, y aprendes con los guardiamarinas cómo utilizar los utensilios de navegación, cómo recoger las redes siendo marinero, o incluso cómo regatear al capitán el ron guardado por el cocinero para días especiales.  Te alegras y enardeces cuando Jack "el Afortunado" arenga con sus órdenes, te enfadas cuando descubres un "jonás" en el navío y te entristeces cuando ves que tus compañeros pierden la vida en combate o por las vicisitudes del mar.  Participas de todo y de todos, y cuando acaba queda una extraña sensación melancólica que permite que la puedas ver en un breve tiempo.

3. Diálogos elaborados
 Sin renunciar al preciosismo del entorno, y al realismo exagerado, las conversaciones que se suceden, no parecen prefabricadas ni artificiales, hasta los más mínimos detalles están cuidados, y acompañados de la expresión facial, dan más consistencia a lo expuesto. Disputas entre el médico y el capitán, en varios momentos de la película, explicaciones de anécdotas entre los mandos de la tripulación con ironías y burlas, intervenciones de los marineros, entre ellos y con los mandos, que dotan de humanidad a los personajes, mostrándolos de una forma u otra según la situación a la que se enfrenten.

En resumen, excelente película en la que se muestran virtudes y defectos (religiosidad, superstición, lealtad, desacato, patriotismo, ingenio, sarcasmo, amistad...), y que no es recomendable ver para pasar el rato, si no para paladear y degustar esta adaptación literaria de la época napoleónica.




N.B. Si clicas en este enlace, podrás conocer más a fondo la música que adorna la película.



domingo, 10 de febrero de 2013

¿Qué son las Humanidades?

Si buscamos en el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, vemos que la palabra "humanidades", procede del latín "humanitas", en singular, "humanitatis", el plural, siendo su sinónimo "las letras humanas". Por otra parte, en el Diccionari d l'Institut d'Estudis Catalans se dice que "es el conjunto de estudios relacionados con las letras y con las actividades que hacen referencia a los valores humanos".

Wikipedia aporta también algo de luz al asunto, ya que en ocasiones el término puede resultar tan amplio, que sea ciertamente complejo acotar su significación.

Las disciplinas que la enciclopedia digital adhiere al término son la filosofía, la filología con sus diversas ramificaciones, la historia, la geografía, el derecho, la economía, la ciencia política...Es decir, se realiza la clásica separación entre ciencias y letras, que desde antaño, encontrábamos en los cursos superiores de cada centro escolar, con ciertos matices.

Si todas las actividades humanas, sin excepción, requieren del pensamiento y la reflexión, las humanidades lo ostentan como base de su funcionamiento en grado superlativo.

Este proceso intelectual, este desarrollo del pensamiento y la reflexión, requiere del silencio exterior, pero del interior sobre todo. Al igual que "El pensador" de Auguste Rodin, no se trata de pensar ensimismados, si no, como parece mostrar la escultura, pensar para actuar, reflexionar sobre los hechos, las causas y las consecuencias.


En estos días en los que el silencio brilla por su ausencia, porque el diseño social así lo dispone, se somete al individuo a un taladrado sensitivo: música en el tren y autobús, ruido en las calles, emisoras y canales de televisión emitiendo veinticuatro horas al día, publicidad agresiva... nunca han sido tan necesarias las humanidades.

domingo, 3 de febrero de 2013

El peligro de escribir (I)

En plena sociedad de la información, donde el exceso brutal de ésta, puede dirigirnos al agotamiento intelectual, coexisten una serie de problemas o dificultades que tienen su raíz en las propias personas o individuos que informan.

La lectura no está de moda, no triunfan los clásicos, si no los refritos de épocas pasadas en los que el oscurantismo gobierna o las novelas de ficción, en donde son habituales las escenas o situaciones de carácter sexual marcado. Sí, lo sé; hay excepciones, pero no tambalean la idea expuesta.




Los niños, desde su nacimiento y durante su desarrollo, por norma general, gastan un tiempo precioso delante del televisor, algo que no conlleva esfuerzo de ningún tipo, y cuando acaban continúan con los videojuegos. El resultado es palpable, y no son necesarias las citas de autoridad o bibliográficas para demostrarlo: fracaso escolar absoluto, bajos niveles educativos, conductas, cuando menos, extrañas, y ¡OJO! nula capacidad de concentración sumada a una terrorífica expresión oral o escrita y una deficiente jerarquización de conceptos tras una lectura.

Cuando estos niños crecen, en el aspecto físico del verbo, se parapetan tras sus ordenadores, y hacen sus pinitos en las principales redes sociales, abren su propio blog, o chatean incesantemente, ya desde el teléfono, ya desde el ordenador o tableta. Pero no olvidamos que la posibilidad de escribir no es sinónimo de saber hacerlo, y menos aún, de saber transmitir, dando por hecho que el uso y fin de la escritura es la transmisión y comunicación del emisor al receptor o receptores.

Es por ello que escribir es peligroso, casi tanto o más que el hablar. Para todos. Para mí mismo lo está siendo, porque estoy a punto de transgredir uno de los pilares de este blog: la brevedad en las intervenciones.

sábado, 26 de enero de 2013

"El Hobbit" no es "el Señor de los Anillos"

 
J.R.R. Tolkien vuelve a la palestra de la mano de Peter Jackson, director que ya adaptara tiempo atrás, las magníficas entregas de "El Señor de los Anillos". Esta vez es "El Hobbit", donde se narran las aventuras de Bilbo Bolsón, anteriores a las aventuras de la Comunidad del Anillo.
Vaya de antemano que no pretendo realizar un exhaustivo análisis cinematográfico, ni una observación literaria del libro, si no un escueto comentario en donde mostraré las ideas derivadas del visionado de la película.

1. Peter Jackson, valiente o necio.
 Valiente, porque adaptar y aumentar un libro de estas características no resulta una tarea fácil, a pesar de contar con notables medios y presupuesto, máxime cuando los antecedentes han dejado un listón difícil de superar.
Necio, si no aprovecha su trabajo anterior como plataforma de lanzamiento y perfeccionamiento de sus adaptaciones venideras.

2. Los buenos son buenos, y los malos son malos.
 ¿Extraño, verdad? Es manifiesta la distinción entre Bien y Mal, así como la perversión, mejora o redención de la naturaleza humana por las buenas y malas acciones. La soberbia, la avaricia, la ira...aparecen bien caracterizadas en algunos personajes, que muestran su lado más sombrío. Asimismo, la bondad, la generosidad, la valentía, la lealtad, la fe...se retratan con claridad a lo largo del metraje.

3. No es "El Señor de los Anillos".
 Gracias a Dios, las películas adaptadas no son como los libros. Es obvio que son géneros diferentes, y su función es contrastar y dar imagen al texto, pero cada cosa en su sitio. Además, no tiene nada que ver con la trilogía en cuestión de acción y desarrollo, simplemente porque no es lo mismo. Repito, no es lo mismo. El comentario más escuchado al salir del cine era "...pues me gustaron más las del Señor de los Anillos". Ése es el problema, que se vaya a verla con la idea equivocada. "La Comunidad del Anillo" es maravillosa, "Las Dos Torres" excepcional, y "El Retorno del Rey", descomunal. Esto deja en una clasificación aparte al "Hobbit".  ¿La recomiendo? Sí.

sábado, 19 de enero de 2013

No el mucho saber harta y satisface...

Decía San Ignacio de Loyola, insigne militar antes de fundar la Compañía de Jesús, y extraordinario asceta de la Fe tras su conversión, que "no el mucho saber harta y satisface, sino el sentir y gustar de las cosas internamente". Mucha enjundia para tan pocas palabras.

En la sociedad de la información en la que residimos, supone una consigna harto difícil de llevar a cabo. Como en la anterior entrada exponía, internet constituye una fuente inagotable de información, un maremoto de contenidos imposibles de asimilar.

Así, el director de cine japonés, Sugimoto Kousuke, en su infatigable búsqueda de una reflexión espiritual sobre el vacío y la angustia que sufre el ser humano, afirma "Demasiada información nos conduce a la nada". 

Sentir y gustar de las cosas internamente. ¿Hay espacio en uno mismo para la reflexión cuidada y silenciosa del acontecer diario? El mundo, tal como está concebido hoy en día, se asemeja a un tren de alta velocidad, en el que no hay lugar para la pausa, no existen estaciones, y no se repara en el paisaje. El único objetivo es lo siguiente, lo próximo, lo venidero, que una vez alcanzado, forma parte de un pasado al que no podremos volver por falta de tiempo.

En un diario gratuito de la ciudad de Barcelona, se realizó una encuesta en la que se preguntaba a los transeúntes si, al realizar su trayecto caminando por el famoso Paseo de Gracia, se habían parado alguna vez a contemplar los maravillosos edificios que jalonaban la vía. No recuerdo con exactitud el resultado, pero aproximadamente un 80% de los encuestados, afirmaban que jamás lo habían hecho. Hemos perdido la capacidad de asombro, de sorpresa. Todo está planificado y salirse del guión constituye un crimen. 

Nueva York, noviembre de 2012; mientras espero en la puerta del hotel, en Lexington con la 48, con un café y un cigarro mañanero, se me ocurre observar detenidamente la gente que va pasando. Durante seis minutos, alrededor de doscientas personas, a una velocidad media de 6 kilómetros por hora andando,  sorteando la nieve, los coches y los semáforos, cargados con sus maletines y portátiles, y blandiendo enérgicamente sus teléfonos de última generación, con sus cafés de medio litro, que apuran mientras caminan.

Éste sería el retrato de nuestra civilización. Una civilización incivilizada, incapaz de asimilar, de escuchar, de atender, de disfrutar de las pequeñas cosas, de aprovechar el tiempo y no quemarlo, de leer tranquilamente, de sentarse en un banco de un museo a contemplar una obra de arte, de encontrarse consigo mismo porque no sabemos quiénes somos...

¡Benditas humanidades que aglutinan en sus filas a Sócrates, San Agustín, Velázquez, Miguel Ángel,  David Teniers, Vivaldi, Mozart...! Ellos si que aprovecharon el tiempo legándonos el suyo. ¡Vamos a sacarle jugo!